martes, 30 de noviembre de 2010

BARÇA-MADRID, Y UN POCO MÁS DE INSTINTOS ANIMALES...


"El partido del siglo...", "El clásico del fútbol..." Todas las televisiones se hacen eco de la celebración del partido; todos los periódicos (deportivos o no) incluyen en sus páginas una gran cantidad de información relativa al encuentro: estadísticas, declaraciones, previsiones, historia; internet echa humo. El partido fue visto por y pico mil millones de espectadores, en EEUU los colegios terminaron las clases 10 minutos antes (por la diferencia horaria) para que los niños (y los profes, claro) no pierdan detalle del encuentro. Nuestro país se paralizó, las calles se deshabitaron, los taxis no se encontraban...; los bares, se llenaron. Es el negocio del fútbol. Y es el negocio de jugar con los instintos animales de millones y millones de personas que tienen en este deporte su desahogo, su manera de gritar, de mostrar que o estás conmigo, o estás en contra de mí. A pesar de la deportividad de los jugadores, de las peñas y del público en general.
Al campo asistieron casi cien mil personas, increíble movilización de seguidores que vuelve a demostrar que este país sigue moviéndose al ritmo de un balón de fútbol. Todo esto es muy loable, admirable. Sin embargo, resulta sorprendente que no seamos capaces de reunir a un grupo considerable de personas para manifestarse contra la violencia de género, por ejemplo, o para defender los derechos de la infancia en todos los países del mundo, o para pedir que terminen las guerras de los países que no saben ni recuerdan qué es la paz. Para esto no somos capaces de unirnos y manifestarnos. Es lógico: el fútbol mueve millones y millones de euros; lo demás, no.

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